12.2.07

Tu política no puede contra mi cultura

Colectivo Iztapalabra (taller de Periodismo Comunitario del Faro de Oriente)

Como la piel de las serpientes se renueva, las paredes del Faro de Oriente hablan de su propia transformación. La transición que vive va dejando huella en sus muros a través de esténciles y carteles realizados por alumnos y talleristas. “Tu política no puede contra mi cultura”, indica un cartel que alude a las decisiones de la Secretaría de Cultura de remover al director del lugar e intimidar a integrantes de los talleres de artes y oficios de este espacio cultural.

En otro impreso un dedo señala al observador. Va acompañado de una frase contundente: “tu opinión nos valió”. Este se refiere a cómo fueron desoídos los acuerdos obtenidos en el congreso realizado en septiembre del 2006, donde funcionarios, talleristas, alumnos y padres de familia propusieron a las autoridades culturales de la ciudad de México participar en la designación de la dirección de este recinto. Por eso ahora, este mundo de opiniones diversas, y muchas veces contrapuestas, se ha unido tras una sola demanda: ser escuchados a la hora de decidir sobre su espacio.

“Me parece un atropello a la comunidad del Faro, que está buscando formas democráticas de toma de decisiones, designar una nueva dirección sin consultarla. Están pasando por encima de sus procesos. No se pone en duda la capacidad de la persona designada (María Moret), sino la forma en que la quieren imponer”, señaló Gerardo Pimentel, tallerista de Laboratorio Ensamble.

Ana Gutiérrez Jiménez, del taller de Danza Africana, fue otra voz que comentó que a las autoridades se les olvida que el arte es una forma de expresión que florece en libertad. “Lo que sucede en el Faro es un reflejo de lo que ocurre en nuestro país, si nos nos toman en cuenta en este espacio micro, ¡qué podemos esperar en otra clase de decisiones!”.

Estas opiniones son compartidas por Agustín Estrada, coordinador de Servicios Culturales, quien afirma que “fue una decisión equivocada de la Secretaría no haber venido antes a hablar con la comunidad para conocer sus necesidades y deseos. El conflicto se debe a una decisión arbitraria, por eso demandamos que se suspenda la designación de las nuevas autoridades y podamos participar en el cambio de dirección”.

Así como la piel de este centro cultural ha mudado, también sus sonidos se han transformado. Las voces del taller de expresión musical o las sierras del de carpintería han dado paso a los altavoces que llaman a las asambleas en defensa de una democracia participativa. Entremezclados con los asistentes a las reuniones están los perros del Faro. Cada uno con una identidad y un nombre: el Pachuco, la Kimba, José Luis y la Canela. Nacieron aquí y todos los respetan. Atentos, siguen la participación de las amas de casa, los alumnos y los talleristas que piden una y otra vez ser escuchados, participar en las decisiones que afectan esta fábrica de sueños que se materializan en ritmos, esculturas, pinturas y enseñanzas.

A escasos pasos, Arturo Medina, del taller de Animación, comenta: “En este cambio se olvidaron de nosotros. La secretaria de Cultura no ha venido a preguntarnos nada, ni siquiera asiste a las reuniones que se le ha invitado. Deben interesarse más en nuestras necesidades. Este es un espacio para expresarnos y ahora resulta que ni nos oyen. Sólo nosotros sabemos lo que precisamos”.

Abraham Montero, de 11 años, y Villú Vilchis, de 13, también piden lo mismo. “Nosotros venimos todos los días aquí pero no toman en cuenta nuestras opiniones. Los que estudiamos en este lugar sabemos lo que hay y lo que hace falta”.

Por su parte Israel Cortés, tallerista de Creación Escénica indicó: “El cambio es arbitrario y obedece a intereses administrativos y políticos, no a culturales o artísticos. No entienden que el Faro no es una persona sino una colectividad, pero que si quitas un engrane el barco puede irse a pique. Estas decisiones son un signo de la derechización de la izquierda y a nosotros, los que trabajamos aquí, nos toca decidir si defendemos este proyecto o lo dejamos naufragar”.

El perfil del nuevo director o directora, agrega Miguel Peña, tallerista de Talla en Madera, “es el de una persona que crea en la cultura como instrumento de cambio y tenga sensibilidad en la parte social, que conozca el Oriente de la ciudad, el medio en que se ubica el Faro”.

Alejandro Chávez, alumno del taller de Grabado, fue más allá: “no entiendo que vengan a imponer a alguien que ni nos conoce. La próxima dirección debe ser flexible y entender cómo somos aquí, los que estamos en las gradas, no en las primeras filas del circo. La onda es que nosotros mismos hagamos los cambios”.

Los integrantes del taller de periodismo Comunitario del Faro solicitamos una entrevista con Verónica Martínez, funcionaria de la Secretaría de Cultura, para conocer su versión en torno a los cambios en la dirección de este espacio. Su secretaria nos respondió que se encontraba imposibilitada de atender la solicitud por encontrarse en una reunión importante. Otro de sus colaboradores sugirió buscar la conversación “más adelante”.

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